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30. Lo que más quería escuchar

Disclaimer: Este es un fanfic sin fines de lucro, algunos personajes pertenecen a Kohei Horikoshi, pero la historia es de mi propiedad.


Deku se despertó de sopetón y ya le dolía el cuello.


Miró a su alrededor y vio un pasillo y puertas de las celdas de castigo.

Luego recordó que había ido a la celda de aislamiento donde estaba Bakugou, pero no le había hablado, tan solo quería estar cerca y que el rubio no lo notara.


Se había quedado dormido mientras estaba sentado, por lo que empezó a estirarse y a re acomodar su postura.


Se levantó silenciosamente y partió de regreso a su celda, no sin antes mirar a la puerta de la celda de Bakugou con cierta decepción y tristeza.


“Yo... quería que tú me salvaras”











—Midoriya— lo llamó el guardia Sora— Tienes visita.


—¿Ah?


Izuku se quedó atónito. Nadie iba a visitarlo nunca. Su madre no había ido en todo ese tiempo y no tenía idea de quién podría ser.


—Ven conmigo.


El castaño le puso unas esposas en las manos y se lo llevó fuera del ala uno.


Siguió al guardia hacia el área de administración penitenciaria.

Observó bien todo a su alrededor. La administración tenía un piso alfombrado, buena iluminación, incluso se sentía un ambiente fresco, quizá por el aire acondicionado.


Lo llevaron hacia un conjunto de pequeñas cabinas de cristal con sillas y mesas dentro de cada una.


Estaba en los locutorios para las visitas a los internos. Por primera vez puso un pie en ese lugar.


Sora le quitó las esposas y lo encaminó hacia uno de los pequeños cuartos con paredes de cristal.


De inmediato se encontró con una chica de cabello rosa, con lentes grandes, vestida con un gorro gris y ropa rosa.


En cuanto la chica lo vio, se tapó la boca con las manos en señal de sorpresa. No podía creer lo que sus ojos veían.


El pequeño niño de pecas que mantenía en sus recuerdos había cambiado. Tenía la mirada cansada y la postura un poco encorvada, pero lo que más resaltaba era ese parche de color blanco que le cubría el ojo izquierdo.


Aquella sonrisa de sus recuerdos con Daisuke ya no daba señales de su regreso.


—¿Qué fue lo que te hicieron?— le preguntó en un tono de desdicha, conteniendo sus lágrimas.


—¿S-Sasaki-san?


Incluso su voz, ahora sonaba más inseguro y con un toque de agonía.


—Izuku....


El peliverde jamás creyó que ella lo iría a visitar. Nunca fueron amigos, se conocieron gracias a Daisuke, pero aun así ella estaba ahí.

La chica de cabello rosa no tardó en acercarse a Izuku y de inmediato le dio un abrazo.


Bastaba con ver su apariencia para darse cuenta de que había estado sufriendo.


Durante todo ese tiempo que ella estuvo viviendo tan tranquilamente, él estuvo sufriendo cosas que no quería ni imaginarse.


Izuku correspondió al abrazo.

Sasaki siempre había sido más alta que él, le llegaba más arriba del hombro.


La calidez de la chica hizo que el pecoso se sintiera querido.


Midoriya estaba confundido. No sabía por qué ella lo había ido a visitar tan de repente, tampoco tenía idea de por qué lo estaba abrazando, pero era tan cálido su contacto que se olvidó de todo eso.


—Yo no lo hice— dijo Izuku —Yo no maté a Daisuke.


Inevitablemente, comenzó a llorar por el ojo que aún le quedaba.


La pelirrosa lloraba por la pena. No podía contenerse al ver al chico en ese estado.


"¿Qué diría Daisuke si te viera así?, estoy segura de que él lloraría incluso más que yo"


—Lo sé...— le respondió con voz ronca.


Esas palabras hicieron eco en los oídos del otro.


Se sintió como si alguien le hubiera quitado un enorme peso de encima. 

Alguien de fuera por primera vez reconocía su inocencia.


Izuku no podía creer que estuviera pasando.


—Todos dicen que yo lo asesiné...— siguió hablando el más chico, con la voz rota —Pero él era mi mejor amigo.


—Está bien, yo sé que no lo hiciste.


"Siempre lo supe. Alguien como tú nunca haría algo así"


Sasaki deshizo su abrazo y miró a Izuku llorar, mientras que él la miraba a ella. Había mojado sus lentes y ahora los estaba limpiando, también se le había corrido el maquillaje.


—Vamos a sentarnos. No hay necesidad de que estemos aquí parados siendo unos llorones... mejor sentémonos y lloramos a gusto— dijo mientras lloraba.


Izuku asintió y ambos procedieron a sentarse. 


Se miraban frente a frente. Ambos limpiándose las lágrimas e intentado calmarse.


- - -


Una vez que pudieron calmar su llanto, empezaron a hablar.


—La verdad es que me sorprendió mucho verte así. No me lo esperaba, has cambiado mucho.


"Es lógico, pero me negué a creer que había estado sufriendo todo este tiempo"


—Me han sucedido muchas cosas— le mostró su mano vendada y sin dedos. Sabía que le podía causar repulsión, pero sintió que era necesario —Este lugar es horrible.


Sasaki miró bien su mano con dedos faltantes y se sintió muy mal.

No podía hacer nada para sacarlo de ahí.


—Pero cuéntame... Sasaki-san, ¿por qué viniste a visitarme?


—Intenté visitarte hace unas semanas, pero dijeron que no aceptaban visitas porque hubo problemas con algunos presos. Pero bueno, yo... no podía creer lo que dijiste. El que tú fueras el asesino de Daisuke, sabía que no era cierto. Todo este tiempo estuve preocupada por ti... y quise venir a verte— se sinceró.


—Gracias. Nadie me visita— no se percató de lo que dijo Sasaki.


—Creí que tu madre venía a verte.


—No... nunca ha venido. Es lógico porque yo arruiné su vida.


—No digas eso. Ella sola se ha estado arruinando la vida, tú no tienes la culpa de nada.


—Gracias... esperé tanto esas palabras— su ojo lagrimeó otra vez.


—No, no empieces a llorar, vas a contagiarme y eso sería un problema.


—Lo siento— se secó las lágrimas.


—Perdona que te haga recordar esto, pero... ¿fue ese tal Ryuichi el que... mató a Daisuke?


—Sí. Fue él.


"Hijo de perra", pensó la enojada pelirrosa.


—De cualquier forma... ya no hay nada que hacer, Sasaki-san. Yo ya estoy encerrado y... Daisuke no volverá.


La chica suspiró.


—No sirve de mucho, pero... el parche se te ve bien. ¿Estás lastimado o algo así?


—Ah... no, es que... es que yo ya no tengo...


La chica se arrepintió de inmediato.


—Lo siento mucho. 


—No, está bien. Es la primera vez que alguien me visita... me siento muy bien. Hace tiempo que no me sentía así, estoy feliz.


Esas palabras se sintieron como balas en el pecho de Sasaki.


—Daisuke tenía un gran mejor amigo— la muerte de su querido amigo le dolió otra vez.


—Si estuviera aquí seguro que nosotros estaríamos comiendo pizza en algún lugar, o preparando cosas para irnos de campamento.


Ambos lo extrañaban demasiado.


—Sí... ese gran tonto me hace mucha falta.


—¿Recuerdas esa vez que estábamos en el parque y él nos dijo que el kun era para alguien especial?


—Sí— la chica soltó una risita —Nunca lo comprendí.


—Yo tampoco— no podía afirmarlo con seguridad, porque cada vez empezaba a entenderlo más.


—Oh, también esa vez que nos regañó por estudiar en fin de semana.


—Él siempre reprobaba los exámenes.


Sasaki se rió de nuevo.


—Pero se salvaba.


—Y de paso nos salvaba a nosotros dos.


Ambos bajaron la mirada y el ánimo de la conversación se desvaneció.

Recordar a Daisuke era triste, pero podrían hacerlo todos los días.


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El tiempo de la visita llegó a su fin. Esos veinte minutos habían pasado demasiado rápido.


—Volveré a visitarte, Izuku. La próxima semana estaré aquí.


—No deberías molestarte...


—Calla, no me molesta. Eres la única persona con la que me siento a gusto hablando.


"Además tú necesitas a alguien que te apoye, lo necesitas mucho más que yo"


—Gracias— una pequeña lágrima se derramó por su mejilla y luego le siguieron muchas más —Muchas gracias, yo... necesitaba esto... en serio te lo agradezco.


Sasaki se levantó de la silla, seguida por Izuku.


—Ya no llores— la chica le dedicó una sonrisa.


"¿Tengo derecho a sentirme así de feliz?", pensó Deku.


—Escucha, Izuku— tomó su mano izquierda para apretujarla con las suyas —Sé que has sufrido mucho, pero estoy segura de que tú puedes seguir adelante. Eres fuerte por haber llegado hasta aquí... a pesar de tus heridas.


En ese momento Sasaki le brindó el apoyo moral que tanto necesitaba.

Le dijo las palabras que más quería oír.


—Yo te ayudaré con todo lo que pueda.


Izuku estaba llorando de nuevo, mientras intentaba enfocar a la chica de cabello rosa que le daba esperanza con sus palabras y su amable tono de voz.


Soltó sus manos, y estas ya habían dejado de temblar como antes.


—Nos vemos la próxima semana— se despidió la pelirrosa —Cuídate mucho, Izuku.


—No te vayas...— sollozó.


Los ojos de Sasaki se pusieron llorosos cuando vio la tristeza del chico.


—Voy a volver, lo prometo— levantó su meñique como Daisuke solía hacer, incluso si le parecía algo muy infantil, lo hizo en recuerdo de Dai.


“Voy a ayudarte como le prometí a Daisuke. Ya no quiero volver a fallarte, Izuku”


Un guardia acompañó a Sasaki hacia la salida, mientras que Sora le ponía las esposas a Izuku.


—¿Estás bien?— le preguntó al verlo llorar.


—Sí.


"Hace mucho que no me sentía así de bien"






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Izuku continuaba tranquilo en el ala uno, haciendo sus deberes como destino, manteniendo su mente ocupada.


El día de hoy le tocaba preparar filetes en la cocina. Cocinar no era algo que le desagradara y la mejor parte era que no tendría que cocinar para aquellos hombres que siempre se encargaban de humillarlo y ese era motivo suficiente para que se sintiera tranquilo.


Un guardia le había pasado una charola. Le indicó que sirviera la porción de comida más repugnante y escasa de todo el comedor e Izuku habría obedecido sin rechistar, él siempre hacía lo que los guardias y superiores le ordenaban porque no quería tener problemas, pero todo cambió en cuanto escuchó para quién sería la comida.


—El bastardo de Bakugou se va a morir de hambre— el mismo guardia dijo aquello al hablar con uno de sus compañeros.


Entonces lo supo. Debía encontrar una manera de entregar un plato decente y de inmediato se puso manos a la obra.


Por un lado servía una comida pobre, escasa en carne y con un miserable acompañamiento de ensalada, que era tan solo verdura cocida sin sal.


Mientras que discretamente preparaba algo mejor.


Dentro de una de esas tortillas de huevo llamadas tamagoyaki, escondió varios alimentos.

Preparó una tortilla grande y delgada y tras mirar hacia los lados para vigilar que nadie estuviera atento a lo que hacía, agarró tres filetes de bistec y una porción generosa de verduras que envolvió en la tortilla de huevo con mucha delicadeza.

La puso en la charola y luego colocó una leche de chocolate al lado del plato.


"Tiene comida suficiente para este día", había sido difícil lograr que tanta comida cupiera en un plato mediano, pero lo logró, y la charola no estaba tan pesada como para hacer a alguien sospechar.


Desde la lejanía miró al guardia Sora y éste lo miró de vuelta. Deku levantó la charola, como diciéndole al hombre que lo ayudara.


Sora se aproximó hacia él discretamente y tomó la charola en sus manos.


—Llévasela a Bakugou, en la celda de aislamiento número seis— susurró.


Sora asintió y se fue del lugar lo más rápido que pudo.


El chico de pecas celebró cuando vio al hombre salir sin que nadie lo notara.

Deku se sintió reconfortado y satisfecho, como hace tiempo no se sentía.



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