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29. Días agradables, vidas miserables

Disclaimer: Este es un fanfic sin fines de lucro, algunos personajes pertenecen a Kohei Horikoshi, pero la historia es de mi propiedad.


—Por favor tómala... yo... n-no quiero que te afecte el hambre, Bakugou-kun.


Bakugou se quedó mirándolo con el ceño fruncido sin decirle ni una sola palabra.

Ese silencio y serio semblante no daban buena espina a Midoriya, pero aún así se dedicó a hablar.


—Entendí que no me protegiste, pero... por favor... ¿podrías protegerme?— preguntó tímido y nervioso, sus manos estaban temblorosas y su vista ya estaba empañada por las lágrimas–

—Yo buscaré una forma de traerte más comida, dime... ¿q-qué te gusta comer?


—Ven acá, Deku.


El chico le obedeció y se acercó a la rendija para asomarse.

Repentinamente Bakugou le aplastó el cartón en la cara, empapándolo todo con el lácteo.


—Escúchame bien, mocoso tuerto, yo no soy tu maldito héroe, no voy a protegerte por dinero ni por nada más. Yo no te voy a resolver todos tus putos problemas, ¿es eso lo que quieres, verdad?, porque no te funcionó con el imbécil de Todoroki, vienes a mí creyendo que yo sí te protegeré, ¿pero sabes algo?, ¡¡Si eres un trozo de basura inútil y todos te golpean por ello, no tiene nada que ver conmigo!, ¿¡comprendes!?


Izuku se limpió la leche de la cara con dificultad por su temblor, y de inmediato bajó la mirada.


—Perdón... pero... es que yo no sé qué hacer— su voz salió quebrada —Por favor... ayúdame, Bakugou- kun... 


El susodicho dio una patada a la puerta para intentar liberar su enojo, provocando un fuerte impacto que hizo a Deku sobresaltar 


—¿¡VAS A HACER QUE LO REPITA, MALDITO TUERTO DE MIERDA!?


El chico de cabello verde se alejó caminando y desapareció por completo del campo de vista del rubio, dándole a entender que el mensaje le había quedado claro.







Izuku lloró más ya dentro de su celda.

En cuanto escuchó el sonido de la puerta de barrotes cerrarse, se tiró en la cama y se puso a llorar una vez más.


Sabía que no merecía nada bueno, que no merecía respeto ni bienestar por haber sido débil, por no haber hecho nada cuando asesinaban a Dai y todas esas otras veces en las que no se defendió. Lo sabía y se despreciaba a sí mismo, pero en sus sentimientos más profundos y fuertes, se negaba rotundamente a volver a ser maltratado otra vez. Estaba desesperado.


—Otra vez ya estás llorando, Pecas.


—No es cierto...— dijo mientras lloraba.


—¿Y ahora por qué?, ¿qué te pasó?


Izuku volteó y se encontró con la ropa flotante.


—Bakugou- kun rechazó mi lechita y me la arrojó en la cara.


Kaname contuvo su risa. Eso había sonado ridículo y a la vez tierno.


—¿Entonces le llevaste comida?


Deku asintió débilmente.


—¡Oh, vamos!, ¡Bakugou no merece que le lleves comida!, ¡no seas tonto, pecas!, ¿por qué lo hiciste?


Kaname soltó un gruñido. No podía creer que el chico fuera tan incrédulo.

Entró a la celda y se sentó en el borde de la cama en la que Izuku se encontraba llorando.


—A ver... repite después de mi: "dejaré de ser idiota y no le llevaré más comida a Bakugou"


—Dejaré de ser idiota y...


—"No le llevaré más comida a Bakugou"


—No le llevaré más comida a... Bakugou-kun.


Kaname se dio una palmada en la frente. No servía de nada.


—No es eso, Kaname- san. Es que... estoy asustado. En el ala cinco pensé que Bakugou- kun me protegería. Él me ayudó y yo... me sentía tan seguro a su lado. Fui a pedirle protección, quería decirle que yo podía darle comida a cambio de la protección, pero eso no sirve de nada, no hay nada que yo pueda darle porque él ya lo tiene todo.


—Pero ya no necesitas protección. Todor— se detuvo antes de pronunciar ese nombre —el líder del ala dos está encerrado en el ala cinco y nunca podrá salir de ahí, el loco del ala tres no se acercará a ti siempre y cuando no vayas para allá. Ahora todo debería estar bien.


Deku negó con la cabeza.


—Ellos... en los baños...— recordó lo sucedido en su primera mañana en el reclusorio —Ellos aún están aquí, estarán aquí el próximo mes y el próximo. Y no importa cuanto grite o patalee... esas manos... esas asquerosas manos volverán a tocarme— Deku colocó sus manos en su cabeza y apretó los dientes —No... no quiero, otra vez no. No quiero que vuelvan a hacerme algo como eso nunca más. Me van a quitar mi comida, me van a tocar en todas partes y no sé si podré soportarlo. Kaname-san... no sé qué hacer.


“Así que a ti también te pasa, Pecas...”

Kaname buscó algo que decir que pudiera darle calma al chico.


— ¿Por qué no le dices a ese chico rojo... Kirishima, que te defienda?, son amigos ¿no?


—Kirishima-san está en una celda de aislamiento y no puedo pedirle que me proteja porque él está muy lejos en el ala cinco y Sushi-san apenas y puede protegerse a sí mismo...


—Seguro debe haber alguna forma... Sushi tiene mucho dinero.


—No es así... el tiene que usar su dinero para cuidarse a sí mismo del  líder del ala tres y con el dinero que me dio yo no puedo comprar protección... no es suficiente— Izuku lloró.


—Escucha— lo llamó el hombre invisible y Deku lo miró atentamente —Hasta que esos presos no salgan de las celdas de castigo, entonces nosotros estaremos bien, pecas  


—¿Y qué haremos cuando salgan?


—No lo sé. Pero mientras tanto no deberíamos pensar en eso.




_______________________________





El toque de queda obligó a todos los presos que no estaban bajo sanción a regresar a sus celdas.

La noche ya asomaba por las ventanas y la hora de cenar ya había concluido.


—¿Hace cuánto que no cenábamos así, Shinso?— le preguntó Kaname al susodicho mientras ambos dejaban sus charolas de comida en la barra, acompañados por Izuku.


—La cena estuvo deliciosa— dijo el pecoso.


El ala uno estaba tranquila porque aquellos que daban problemas ya no estaban.

Kaname y Deku intentaron olvidarse de que esos reclusos volverían. Intentaron olvidarlo y afortunadamente pudieron cenar tranquilos.


_____


Midoriya regresó a su celda a estar completamente solo otra vez.

El que Bakugou no estuviera no terminaba de agradarle, pero dormir en un colchón cómodo era un lujo que no podía darse todos los días.


Se cubrió con las cobijas, cerró el ojo e intentó relajarse.

Se sentía muy cómodo en la cama de la litera.


"Buenas noches, Bakugou-kun", pensó dulcemente hacia él.


Creyó que había hecho mal en no llevarle nada para cenar a Bakugou, aunque ya no estaba seguro de que llevarle comida al rubio fuera una buena idea, porque si él no la aceptaba no serviría de nada.


Decidió que dejaría todos esos pensamientos para después y mejor se dedicaría a dormir


Cayó dormido casi al instante. Se sentía seguro porque sabía que nadie iba a hacerle daño por el momento y ese sentimiento era más que suficiente para que lograra quedarse dormido.


•••


En sus sueños podía ver a Daisuke.

A su preciado amigo del que no pudo despedirse.


Lo veía todas las noches, no había ni un solo día en que no pensara en él y lo recordara tristemente.

Y no había cosa que lamentara más que no haber hecho nada en ese momento.


Lo peor de todos esos sueños melancólicos y deprimentes eran esas ocasiones en las que todos sus pesares y traumas se mezclaban.


Veía a su mejor amigo en sus sueños.

Veía como a este le arrancaban un ojo. Como lloraba y suplicaba.


Todoroki lastimaba a Dai sin piedad alguna, divirtiéndose mientras le arrancaba los dedos y Tomura se comía su piel arrancada.



Todas las noches... Izuku tenía pesadillas.


_____________

___________

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Deku se despertó de golpe, estaba sudando, tenía la respiración pesada y el rostro empapado de lágrimas. 


"Todo fue una pesadilla..."


Se sintió aliviado, pero sus ganas de llorar no pararon.

Intentó calmarse y olvidar todo lo que había visto recién, pero era sumamente difícil.


—¡Levántate!— gritó alguien –¡Que te levantes!


Miró hacia los barrotes, un guardia entraba a su celda para despertarlo.

Aquel guardia tenía el cabello largo y castaño, sus ojos eran azules y lo miraba muy enojado porque no se levantaba.


—¿¡Qué estas esperando!?, ¡levántate!


Accidentalmente, Izuku dejó escapar un quejido. Inmediatamente se dio cuenta de que había sido un grave error que seguro le saldría muy caro.


—¿Y todavía tienes el descaro de quejarte, pequeño flojo?


"¿Pequeño flojo?"


El hombre castaño se acercó hacia donde estaba acostado, en la cama de abajo de la litera.


—¡Levántate!— gritó. Parecía muy enojado.


Levantó el puño, Izuku ya sabía que iba a golpearlo y se preparó.


El puño del guardia tocó su mejilla con lentitud mientras fingía el sonido de un puñetazo con una muy mala actuación.


Izuku lo miró lleno de confusión, luego el guardia fingió otro golpe, pero esta vez en efecto de cámara lenta.


Comenzó a 'golpearlo' pero sus nudillos solo acariciaban la piel del chico de pecas. Este último estaba confundido.

De repente el guardia se detuvo y se echó a reír a carcajadas.


—¡Debiste ver tu cara!, ¡es que estabas todo asustado y de repente...!— imitó la mueca de sorpresa de Izuku y siguió riendo —¡Tus expresiones son oro!, debí tomarte una foto.


Izuku parpadeó muchas veces, seguía confundido.


—Ya sé que es raro, perdona— sé aclaró la garganta —Tú eres Izuku Midoroya, ¿verdad?


—No... yo... me llamo Midoriya...


—Ah, lo siento, Midoriya. Bueno, te ves más pequeño en persona que en la foto de tu expediente, ¿te lo han dicho?


—Sí...


—Escuché que la sección A del ala uno tenía poca seguridad porque está casi vacía, así que aproveché para venir a conocerte.


—¿Conocerme?


—Eres el preso más tranquilo de este lugar, el más obediente y el más joven. He escuchado a algunos presos hablar sobre ti, dicen que has sobrevivido a muchas dificultades y que tienes una extraña costumbre de volver de la muerte. Sales de la nada cuando todos piensan que estás muerto. Eres muy popular.


—No tenía idea... a-aunque es verdad que me desaparezco de repente...


"Bakugou-kun creyó que estaba muerto hasta que salí del cuarto oscuro"


—Es un placer conocerte. Mi nombre es Sora, solía cuidar la entrada como un guardia de puesto bajo, pero me ascendieron hace poco, podría decirse que soy nuevo aquí.


—Mucho gusto... Sora-san.


—¡Es cierto que usas honoríficos con todo el mundo!, ¡oh, qué chico tan educado!


Era la primera vez que interactuaba con un preso sin recibir un insulto de por medio.


—Tu y yo podríamos llevarnos muy bien, Midoriya.


_____________


Tras hablar un poco con el guardia, Izuku se dirigió hacia las duchas.


Los recuerdos que tenía de ese lugar hicieron que se asustara y pensó en saltarse el baño una vez más, hasta que Kaname apareció y le dijo que no tenía que preocuparse, porque los hombres que siempre lo acosan no estaban.


—Están recibiendo su merecido en las celdas conjuntas, por eso podemos bañarnos con tranquilidad.


Entró a los baños y se encontró con que no había muchos presos, y los que estaban se encontraban dispersos entre las regaderas.


—Apúrate, Midoriya— le dijo Shinso mientras le arrojaba una toalla en la cara.


Izuku comenzó a desvestirse hasta quedar completamente desnudo, entonces se envolvió la toalla en la cintura y dobló su ropa para llevársela consigo.

No sabía qué regadera utilizar. Miraba hacia todos los lados con temor.


—¡Camina, pecas!— Kaname lo alcanzó y se lo llevó hacia una regadera cercana tomándolo por los hombros.


Izuku se situó en medio de Shinso y Kaname, una vez ahí, acomodó su ropa, se quitó la toalla y abrió la regadera.


—Bakugou usa estas regaderas, son las únicas que tienen un buen sistema de tuberías— habló Shinso—No como el baño de nuestra celda.


—El baño de mi celda tampoco funciona bien— le respondió Deku.


—Que raro que el baño de ese idiota tampoco funcione bien, supongo que todos los otros baños estarán igual.


Izuku quería decirle algo por haber insultado a Bakugou, pero se limitó a observar cómo el agua caía por el invisible cuerpo de Kaname. Era curioso porque parecía que las gotas de agua flotaban en el aire y juntas formaban la silueta de un hombre.


Kaname era más alto de lo que Izuku imaginaba. Era incluso un poco más alto que Bakugou.


—No me mires, me estoy bañando— le dijo el invisible.


Shinso rodó los ojos  e Izuku desvió la mirada.


—Es que parece que el agua está flotando en el aire.


La figura de Kaname que se formaba con el agua era la de un hombre delgado, no era puro hueso como Batracio, pero estaba bastante flaco. Shinso se veía normal.


Era inevitable que vieran los cuerpos desnudos de los otros, por lo que Shinso y Kaname no tardaron en darse cuenta de las heridas que tenía el pecoso en todo el torso.


Era realmente triste para Kaname ver todos los moretones, cortadas y quemaduras de Izuku, pues a sus ojos él era solo un niño, un pobre niño inocente que tuvo que soportar muchas injusticias. Por eso se esforzó en no mirarlo.


Shinso agarró su champú y lo volteó para sacar un poco en la palma de su mano, apretó el contenedor, provocando que este soltara un ruido similar al de una flatulencia. 


Kaname soltó una carcajada. 


—Qué inmaduro eres— le dijo Shinso, luego volvió a apretar el champú para que este sonara otra vez.


Kaname siguió riendo e hizo lo mismo con su champú poco después.

El hombre invisible no paraba de reír.

Izuku agarró su champú y provocó otro de esos ruidos.


—No sabía que eras tan infantil— dijo pecas.


A pesar de que se la pasaron haciendo tonterías todo el tiempo, fue un momento agradable.


- - -



—Oye, pecas... estás muy flaco.


Ya habían terminado de bañarse, Izuku se secaba el cabello mientas Kaname se acercó a él y presionó su estómago.


—¡K-Kaname-san... me haces cosquillas!



________________________________



Al poco rato ya se encontraban desayunando en el comedor.


—¡Vamos a comer como reyes!


Con el dinero que les había entregado Sushi-san se habían comprado algo bueno para comer: Un poco de oden y tamagoyaki para desayunar.


Kaname le dio un mordisco a la tortilla de huevo y le convidó un poco al peliverde sentado a su lado.


—¡Este va a ser el mejor mes de nuestras miserables vidas!, ¡tenemos que aprovecharlo y comer hasta reventar!— exclamó la ropa flotante.


—Estoy de acuerdo— dijo el pelimorado —Aprovéchalo, fracasado.


Kaname le enseñó la lengua, pero Shinso no pudo verlo.


Izuku dio un bocado al delicioso oden que tenía en su plato y se regocijó en su sabor. También comió del puré de papa que pidió, quizá se había enamorado del puré de papa.


Aquel desayuno era uno de los mejores. Uno de los desayunos más tranquilos, deliciosos y agradables de sus miserables vidas.












Antes de empezar con sus labores como destino, Izuku, en un impulso de terquedad, compró un paquete de galletas y otra leche de chocolate para llevárselas a Bakugou.


Kaname no lo descubrió porque logró escabullirse.


Escondió la comida entre su ropa, pegándola a su cuerpo con la cinta adhesiva que encontró en el equipo de pintura, y como el uniforme que le dio Sushi-san le quedaba un poco grande, podía esconder cosas sin que se notara.


Con su paquete de comida bien escondido y su trapeador en mano, partió hacia la entrada de la celda de aislamiento. Iba a aprovechar que no había visto a Aizawa todavía.



___________________________________




—Bakugou-kun... te traje más comida...— abrió la dichosa rendija y pasó las galletas y la leche por ella —Necesitas comer, por favor no la rechaces.


—¿Qué?, ¿otra vez vienes a negociar?, ya te dije que no te voy a proteger— dijo enojado.


—No, no quiero negociar nada.Solo te traje comida.


—No quiero tu maldita comida.


—¿Por qué?


—¡Porque te dije desde el inicio que no vinieras, maldita basura!, ¡¡y no hiciste caso!!, ¡¡lárgate!!


—¡P-Pero puedes usarme para conseguir comida...!


—¡¡NO QUIERO!!, ¡¡YA LÁRGATE!!


Bakugou lanzó una explosión hacia la puerta, recibiendo un toque eléctrico del collar.

El cuarto estaba reforzado, pero un poco de fuego se escapó por la rendija y este obligó a Izuku a alejarse rápidamente.


—Creí que te alcanzaría... maldita sea.


Bakugou estaba cansado, su brazo le dolía por la quemadura que no curó y los moretones en su espalda le hacían todo más difícil.

No había comido y estaba hambriento, no le daban ganas de ejercitarse porque no tenía nada de tomar ni que comer, y por ello no era tan factible.


Izuku bajó la mirada. Había sido rechazado.


No se dio cuenta antes, pero la explosión había mandado las galletas a volar y había destrozado el paquete de lechita y ahora todo el líquido se había derramado por la puerta y el suelo.


—Eres increíble— le dijo al rubio, tomando el paquete de galletas ya todo quemado. 

Abrió la comida, sacó una galleta de chispas de chocolate, estaba toda tostada y el chocolate derretido —Mira lo que le hiciste a esta galleta— la prensó cuidadosamente con las yemas de sus dedos y la situó en la rendija de la puerta —¡Tienes un poder maravilloso, Bakugou-kun!


El chocolate derretido escurría por la galleta quemada y caía en la piel del chico que la sostenía.


—¡Quema!— Lanzó la galleta lejos.


Bakugou suspiró, cansado de la estupidez del otro y se sentó en el suelo, pegado a la pared.

Recargó la cabeza en el muro y se quejó.


—Cuando salga de aquí te voy a romper la cara...— dijo cansado.


Poco después Izuku se puso a limpiar los restos de leche de chocolate lo más rápido que pudo. 


—No puedo dejar rastros de que estuve aquí porque sería un gran problema si me descubren. Yo... ya no te traeré más comida. Lamento haberte molestado.


Hizo una reverencia, pero el rubio no pudo verlo.


Segundos después, Bakugou se asomó por la rendija y se encontró con Izuku limpiando apresuradamente.

El trapeador se le resbaló de las manos y corrió a agarrarlo, pero se resbaló con la leche derramada.



—Idiota.



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