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24. Escóndete y no dejes que te atrape

Disclaimer: Es es un fanfic sin fines de lucro, algunos personajes pertenecen a Kohei Horikoshi pero la historia es de mi propiedad



Si tuviera que expresar sus sentimientos hacia Midoriya sería una obsesión.


Un amor posesivo, superficial y enfermo, lleno de mero deseo.


—Midoriya... Midoriya... Midoriya...— susurraba el chico de las iris de dos colores mientras se


masturbaba —Midoriya... Mi preciado Midoriya...


Se encerró en su almacén, la notica de la muerte del chico pecoso lo había dejado devastado.


Y en un fuerte impulso de ansiedad y tristeza, Todoroki no aguantó más y sacó lo único que le quedaba del muchacho, ese par de dedos


amputados y la grisácea esfera decorada por una verde pupila.


El pequeño ojo había perdido su brillo, la pupila estaba desubicada, pero eso no importaba.


Todoroki no podía más, necesitaba a Midoriya, necesitaba estrangularlo mientras le metía su pene. Y lo único que lo podía hacer sentir mejor era ese ojo arrancado.


Lo utilizaba para rozar la punta de su miembro en el, sintiendo un placer maravilloso cuando su


glande toqueteaba la gelatinosa esfera y la volvía viscosa al mancharla con su líquido preseminal.


—Midoriya...


Pero a todo ese placer, lo acompañaba una terrible agonía.


Su pecho dolía como nunca. Ni siquiera después de haber torturado a Deku se sintió tan mal pero tan bien a la vez.


Se arrepentía desde lo más profundo de su ser haber dejado a su amado sin protección.


Lo quería de regreso, anhelaba volver a ver a su chico de pecas gritando y llorando una vez más.


Quería volver a tenerlo entre sus brazos y romperle los huesos uno por uno, sacarle los intestinos mientras lo escuchaba gritar y pedir piedad con desesperación... pero ya no podía hacerlo, porque alguien se le había adelantado y lo había matado antes que él.


Solo podía lamentarse... entre el placer de su autocomplacencia con el ojo arrancado.


Sintió un repentino frenesí de placer al recordar a Izuku llorando en los baños, y mientras acariciaba su


pene con el ojito, paseándolo específicamente por la zona del iris, Todoroki eyaculó placenteramente con lágrimas de tristeza desbordándose en sus mejillas, embarrando un poco de su semen en el ojo.


“Si tan solo pudiera escuchar su voz una vez más... “, lloró.


Limpió y después se acomodó los pantalones.


Lo hizo en el momento exacto, puesto que segundos después alguien tocó la puerta.


—Todoroki, acabo de descubrir algo sobre Midoriya— habló Monoma desde detrás de la puerta.


—¿¡Qué es!?— le preguntó en un tono que rozaba la histeria, mientras se apresuraba a abrir la puerta del almacén.


La abrió y ahí miró al rubio.


—No tan rápido, ya sabes lo que quiero a cambio.


Todoroki lo miró con amargura y de repente el cuerpo entero de Monoma se vio envuelto en hielo; Todoroki lo había atrapado en una capa de escarcha tan fría que lo hacía temblar.


—Sabes que te daré todo el dinero que pidas, ¡¡¡SOLO DIME LO QUE SABES SOBRE MIDORIYA!!!—gritó.


"Detesto a este loco", pensaba Monoma.


—El imbécil invisible que les dijo que Midoriya estaba muerto, escapó.


—¿¡Y eso qué!?


—Escapó hacia el ala cuatro, pero Batracio lo siguió y ahí fue donde se encontró a Midoriya. Dijo que estaba vivo, ha estado en el ala cuatro todo este tiempo, Bakugou lo mantuvo ahí.


Sí... sus oídos no lo traicionaban, había escuchado perfectamente bien.


—¿En serio, Monoma?


—Sí.


Ah~ pero que bien se sentía ahora.


“Si está vivo... sí, si él está vivo... ¡entonces puedo tenerlo!”


Su párpado izquierdo se había empezado a contraer en un tic.


Las curvas de sus labios fueron de lado a lado en una enorme sonrisa desquiciada.


—¡¡Está vivo!!— rió.


Rió, rió, rió, rió, rió y rió.


Una y otra y otra vez. No podía parar de reír y sonreír.


Su cuerpo temblaba de lo feliz que estaba.


Nunca antes había sentido esa dicha inigualable, nunca se sintió tan vivo


—Vamos al ala cuatro, no tenemos tiempo que perder— pronunció sin borrar esa loca mueca de alegría.


Liberó al otro de las heladas ataduras y éste tan solo asintió precavido.


Tomó el pequeño ojito amputado entre sus dedos, sujetándolo como si se tratase de una valiosa y brillante gema.


Sí, era su pequeño tesoro.


“Allá voy, Midoriya”


Y finalmente caminó hacia su pequeño rol de canela.







Izuku despertó en una tranquila mañana, lejos de todo aquel que alguna vez le hizo daño.


Miró a su lado y encontró al rubio que tanto quería ver, sintiendo aún más tranquilidad.


—Buenos días, Bakugou.


—Hoy despertaste más temprano de lo normal.


—¿En serio?, supongo que ya me estoy recuperando porque tengo más energía.


—Mmm...— exclamó con desinterés.


Bakugou se levantó de la cama y dio unos cuantos estirones para despertar a sus músculos.


Aún era temprano y faltaba mucho para la hora del desayuno, por lo que usaría ese tiempo en concretar los detalles finales de su plan.


Izuku iba a volver a dormir, pero fue interrumpido por Bakugou.


—Levántate y tómate tus pastillas o lo que sea que hagas en la mañana, pero apresúrate, porque vas a venir conmigo.


—Ah... sí, me apuraré.


Se cambió y siguió a Bakugou.


- - - -


Ahora caminaban entre un pasillo con celdas comunes.


Estas celdas tenían puertas de madera y daban a pequeñas habitaciones pobremente amuebladas, con ventanas casi totalmente cubiertas por reja, que apenas y reflejaban la luz del sol.


Los muebles eran viejos y las puertas también, ya que estas rechinaban al ser abiertas.


—Acuérdate del camino, porque si lo olvidas te mataré.


Izuku asintió.


Mientras caminaban Bakugou llevaba la delantera, pero se detuvo al ver como Izuku se había quedado atrás.


Deku se quedó mirando el interior de una celda cuya puerta estaba abierta, porque dentro había un preso al que le faltaba una mano y usaba una prótesis plástica color blanca en su lugar. Dicha prótesis llamó su atención.


Bakugou suspiró al ver a Deku estático. Sería un problema que lo perdiera antes de llevarlo a dónde debía, por lo que se regresó y lo tomó del brazo para encaminarlo.


—Bakugou, ¿a dónde iremos?— preguntó mientras era llevado.


—Solo sígueme.


Se adentraron en un conjunto de celdas; mientras más avanzaban, menos celdas con las luces encendidas había, por lo tanto estaba más oscuro.


Llegaron al final del pasillo.


La atmósfera era gris y silenciosa, y Deku no dejaba de mirar a su alrededor como buscando si había algún peligro presente.


Bakugou abrió una puerta, la de la celda que tenía los números tres, dos y cinco grabados en la madera.


Se acercó a la puerta y la abrió.


—Entra.


El peliverde obedeció y entró, observando todo el entorno con atención; era una habitación fría y oscura, pero parecía una celda más del ala cuatro.


—Hace muchos años, está celda solía usarse para matar presos. Si algún guardia quería hacer desaparecer a un preso, lo metía en la habitación oculta a la que se puede acceder por aquí y quedaba encerrado hasta la muerte. Era un buen método pese a tener sus fallas, pero se fue a la mierda cuando un preso lo descubrió. Encerró al par de guardias ahí para vengarse por el maltrato que sufrió y con el paso del tiempo la habitación oculta quedó en el olvido, porque ese preso guardó el secreto con su vida. Dicen que se arrancó la lengua y los dedos para que no lo pudieran obligar a hablar ni a escribir para revelar la ubicación. No sé qué tanto de eso sea cierto, pero la habitación secreta sigue aquí y yo sé cómo entrar. ¿No te parece que es una historia interesante?


—Es una prisión que lleva tantos años existiendo... supongo que tiene muchas cosas que esconder— dijo tímido.


—Dime, ¿por qué crees que los guardias murieron dentro de la habitación secreta, si ellos mismos la hicieron?


Izuku se quedó callado unos segundos, pensando en que responder.


—¿Porque el preso que los encerró les quitó la llave?


—No. Veamos... si encuentras la entrada a la habitación secreta, te lo diré.


—D-De acuerdo...


Izuku buscó debajo de la cama, ya que parecía lo más lógico.


—No. Demasiado predecible— le dijo el rubio.


Miró a su alrededor. Era una habitación que a simple vista era igual a las otras. Había una cama colocada de manera horizontal frente a la pared contraria a la puerta, así como una ventana enrejada que dejaba pasar muy poca luz, también contaria a la puerta.


A la derecha de la cama, recargada en la pared igual de la derecha, se encontraba la ancha cajonera de madera vieja.


—¿Está detrás o debajo de la cajonera?


—Esfuérzate un poco, Deku. Si haces ruido al mover un mueble tan pesado, obviamente te descubrirán. Además es el segundo lugar donde buscar una entrada a una puerta secreta.


Deku miró a todos lados, paseó las manos por las paredes, buscó dentro de los cajones, debajo del colchón, buscó incluso dentro de la almohada, pero no encontró nada. Ningún indicio de que pudiera haber algún cuarto oculto.


—¿Qué hay en esta habitación?— preguntó Bakugou impaciente.


—Una cama y una cajonera, como en todas las demás.


—¿Qué más?


—Hay un colchón, una sábana, un par de cobijas y una almohada.


—¿Solo eso?


—Sí...


—Mira bien.


—Pero no hay nada— dijo un poco desesperado mientras seguía mirando —Es una habitación normal y simple.


—¿¡Qué más hay en la maldita habitación!?


Deku se quedó pensando.


—Una cama, cobijas, sábanas, una almohada, una cajonera, cuatro paredes, una puerta y... una ventana.


—Exacto— soltó el rubio, mirándolo con complicidad.


Ante esa mirada, Izuku hizo cara de confusión suprema, acabando con la paciencia de Bakugou.


—Está en la ventana, idiota. Es una ventana falsa.


—¿En serio?— respondió sorprendido —¿Cómo...?, ¿no sería fácil de descubrir con los cambios de luz del día y la noche?, además... ¿no sería fácil de encontrar si miras desde fuera?


—No está afuera. El cuarto oculto está dentro de los límites de la construcción de esta planta. Si miras con atención, este cuarto es más pequeño que los otros.


La sorpresa de Izuku no se hizo esperar. Se le quedó mirando al más alto, diciéndole con la mirada que quería que le explicara todo.


—Y como el cuarto es más pequeño, los muebles también lo son, para que así al entrar a la habitación no te des cuenta de que es diferente al resto. Si mides los muebles con tus pies contando los pasos, verás que ésta cama mide catorce pies, mientras que las de las celdas cercanas a esta miden dieciséis.


—Pero entonces la puerta se vería asimétrica a la de la habitación de enfrente si aquí es más reducido...


—Que no. Este cuarto mide lo mismo que todos los demás. Imagínate que dibujas un cuadrado y dentro de éste metes un cuadrado más pequeño. Aún te sobrará espacio del cuadrado más grande. Ahora llévalo a una habitación y reduce el tamaño original de la habitación construyendo un cuadrado más pequeño en el interior. La reducción de cuartos es un método básico para esconder una habitación.


—Y como las puertas de los demás cuartos suelen estar cerradas, no me di cuenta de que éste cuarto es más pequeño que los demás— aportó Midoriya.


—Exactamente.


—Pero aún hay cosas que no entiendo...


—Entra— Bakugou agarró la ventana y tiró de ella por medio de la reja que la cubría, abriéndola por fin —Te lo explicaré.


Dejó la habitación oculta a la vista, ya era evidente que la ventana era más bien una puerta. Deku entró a ella invadido por la curiosidad.


—Por dentro está insonorizada, ningún sonido saldrá o entrará al cuarto secreto, no importa cuanto grites. El cristal de la ventana también tiene aislamiento acústico y es tan grueso que cuesta mucho trabajo romperlo, es casi imposible. La luz que ves ahí arriba— señaló el foco dentro del cuarto oculto —está programada para cambiar su intensidad conforme pasan las veinticuatro horas del reloj, apagándose cuando oscurece. Detrás del cristal hay una imagen que representa lo que debería verse por la ventana, supongo que es un dibujo hiperrealista que los guardias mandaron a hacer y la hoja es delgada para que la luz de la lámpara pueda pasar a través de el. La reja de la ventana tan solo ayuda a disimular el dibujo.


—Increíble... — dijo Izuku —Como nadie usa las últimas celdas es un escondite casi perfecto.


—Tiene sus errores, pero es funcional mientras no haya muchos presos cerca de estas celdas. Y respecto al porque los guardias murieron aunque ellos construyeron la habitación... bueno, fue porque el cuarto solo se puede abrir desde afuera.


Y cerró la ventana de golpe mientras Izuku aún seguía dentro.


Cuando éste se dio cuenta, ya era demasiado tarde.


—¡¡Bakugou!!, ¡¡Bakugou, espera!!, ¡ábreme!, ¡¡déjame salir!!— corrió hacia la ventana cerrada y empezó a golpearla insistentemente, mientras gritaba muy asustado —¡¡Por favor abre!!, ¡¡¡déjame salir!!!


Estuvo golpeando la pared y la ventana durante unos segundos que parecieron horas interminables para él.


Pero todo terminó cuando Bakugou abrió la puerta con una sonrisa burlona.


—Realmente no aguantas nada, Deku— se burló —Solo fueron unos segundos.


Sabía que el pecoso era un llorón, tan solo quería reírse un poco.


—¡Bakugou!


—No iba a dejarte encerrado ahí, sería como desperdiciar un buen escondite.


Izuku se salió de inmediato y limpió una lágrima que escurría por su mejilla derecha. Había estado tan asustado que su corazón latía fuerte y rápido, pero hacía su mejor esfuerzo en calmarse.


Bakugou permitió que el chico se tranquilizara para empezar a contarle sus planes.


—Escucha con atención porque no pienso repetirlo, y que ni se te ocurra ponerte a gritar como loco.


Deku Asintió mientas miraba al rubio a los ojos.


—Todoroki ya sabe que estás vivo y va a venir por ti, pero no le vamos a dejar el camino fácil, así que este va a ser tu escondite.


—P-Pero...


—Lo más probable es que te tome por sorpresa y cuando eso suceda quiero que hagas lo que mejor sabes hacer. Cuando te encuentres al bastardo mitad y mitad quiero que llores y grites; vas a llamarme y yo iré a patearle el trasero de inmediato.


"Entonces Bakugou va a protegerme..."


—Si hubiera querido dejarte encerrado ahí ya lo hubiera hecho, ¿no lo crees?, así que necesito que confíes en mí y te encierres aquí una vez que hayas escapado de Todoroki. Incluso si no confías en mí, Kaname o el cara de pescado vendrán a sacarte de aquí, imagino que si confías en ellos.


—Está bien... yo confío en ti. Entiendo lo que debo hacer.


—Bien. Ahora escucha, como Todoroki te atrape todo se va a la mierda. Deja de ser tan inútil solo por una vez en tu vida y ninguno de los dos locos que te buscan logrará asesinarte. Te lo estoy poniendo muy fácil.


—No deja-ré que me atrapen— dijo con la voz temblorosa —Lo prometo.


Se aferró a la esperanza que le dio Bakugou. Se aferró con todas sus fuerzas.



Tras confirmar que Izuku se había aprendido el camino hacia la celda trescientos veinticinco de memoria, Bakugou lo acompañó hacia el comedor.


—Ven, Izuku, siéntate aquí— lo llamó Sushi-san.


Tanto Izuku como Bakugou, ya con charola en mano, fueron a sentarse con el hombre pez, quien estaba acompañando de Shinso y de un par de guantes flotantes que seguro eran Kaname.


—¿Hoy vas a comer, Pecas?, porque si no, entonces yo quiero tu comida— le preguntó Kaname al peliverde.


Izuku miró a Bakugou, se encontraba sentado a su lado y comía normalmente.


—Tengo hambre...


—No pasará nada malo si comes. Anda, hazlo, necesitas comer— dijo Sushi.


El chico asintió y miró al rubio una vez más.


Bakugou le soltó un gran mordisco a su pierna de pollo preparada a las finas hierbas, devoró las verduras en un instante; luego agarró su vaso de agua con la mano izquierda y bebió, disfrutando de los deliciosos alimentos.


—¿Qué tanto me ves?— preguntó amenazante al sentir la mirada del pecoso.


—N-Nada...


Izuku miró a su plato de comida y luego volvió a ver a Bakugou.


La comida del rubio se veía mil veces mejor que la que él tenía, pero no había por qué desperdiciarla.


Imitó la forma de comer del chico a su lado, mordiendo la carne y mostrando los dientes.

También intentó agarrar el vaso de agua con la mano derecha,usando sus tres dedos restantes, pero era muy difícil. No pudo hacerlo bien y la derramó en la mesa, salpicando a Bakugou.


—¿¡Qué estás haciendo, idiota!?


—Perdón.


Limpió el agua derramada con un montón de servilletas que juntó.


"Soy un inútil...”, se regañó a sí mismo.

Bajó la mirada y se sintió realmente triste.

“Si tan solo pudiera recuperar mi mano...”


No era su culpa lo que le sucedió, pero de cierta forma se sintió responsable.


- - - - - -


A mitad de la comida, todo seguía normal y tranquilo, hasta que cierta persona interrumpió en la barra de comida.


—¿Cómo que no tienen pan de yakisoba? ¿¡Qué clase de cafetería es esta!?— se quejó —¿¡no se supone que el ala cuatro tiene comida de verdad!?


Aquella voz era extremadamente familiar.


—Pues ya que, lo tomaré; pero para la próxima vez espero mi pan de yakisoba.


Resignado, se aproximó a la mesa en dónde comía cierto grupo muy peculiar.


El peliverde escuchó como sus pasos se acercaban cada vez más a ellos y miró hacia atrás para encontrarse con la persona que caminaba.

Casi pega un salto al ver de quién se trataba.

Suspiró y abrió la boca sorprendido.


Izuku aalió de su asiento y corrió lo más rápido que pudo hacia aquel individuo.


—¡Kirishima- san!— exclamó.


—¡Midoriya!


Izuku se dirigió a abrazarlo, tirando su charola con comida por accidente.


—¡Waaa!... lo siento mucho...


Sus palabras fueron interrumpidas por Kirishima, quien correspondió a su abrazo y lo apretó con mucha fuerza entre sus brazos.


—¡Cuanto tiempo sin verte, Midoriya!— le dijo, apretándolo con más fuerza para después levantarlo.


—¡No puedo respirar!


—No esperaba verte tan contento, es un alivio— Kirishima soltó a Izuku y este enseguida intentó recuperar el aire.


—Kirishima-san... yo también estoy feliz de verte— dijo respirando entre cortes.


Tomó una bocanada de aire y normalizó su respiración con un suspiro.


—¡Bakugou!, ¡hermano!, también estás tú aquí— saludó con una sonrisa —¡Cabeza de pez!, ¡Shinso!, ¡hola!


—¿Y este quién es?— preguntó Kaname


—¿Quién dijo eso? ¿Un fantasma?


—¡No!, ¡estoy aquí!— Kaname agitó sus manos con guantes —¡Soy invisible!


—Y está desnudo— dijo Izuku.


—Ah, claro... quien le informó a Todoroki sobre la supuesta muerte de Midoriya... ¿cierto?


—Sí, el mismo. Soy un informante profesional— hizo énfasis en “profesional”


Izuku levantó la charola que había tirado y con ella se llevó un sándwich empaquetado que estaba tirado también.


—Perdón por tirar tu comida...


—Ah, eso no importa, lo importante es que volvemos a vernos— le sonrió al chico pecoso.


Kirishima se dirigió hacia él y empezó a despeinar su verde cabello con la palma de su mano.


—No has crecido nada desde la última vez que te vi— rió, pero su sonrisa desapareció en cuanto observó su cara con detenimiento.


Ahí estaba, justo como le había dicho Bakugou... el parche en el ojo izquierdo. También miró a la venda que tenía en la mano y el resto de vendajes que cubrían su brazo casi entero.


—¡Ese maldito hijo de perra...!


—Solo cállate y come, Kirishima— Bakugou lo freno con palabras, no quería que empezara a gritar porque llamaría todavía más la atención.


—Sí, jefe, sí— Kirishima no tuvo de otra y respondió un poco de mala gana.


El pelirrojo obedeció y tanto él como Izuku se sentaron.

Ambos miraban a Bakugou con aparente curiosidad, causando molestia en él.


--


—Recadero profesional, ¿eh?— le dijo el pelirrojo al par de guantes flotantes.


—Exacto, y de los buenos.


—A ver si un día de estos te contrato. No hay muchos recaderos últimamente.


—¿No habías dicho que eras informante?— interrumpió Izuku.


—¡Cállate, mocoso!, ¡deja hablar a los adultos!


—Ah... sí, dijo informante.


Kirishima pareció haber perdido interés en el pequeño gorrito que flota.

La oportunidad de conseguir empleo se escapa de las manos del invisible otra vez.


—Es bueno para fastidiar— habló Shinso.


—Que gran ayuda, ojeras.


—Como es invisible puede colarse a otros espacios con facilidad— dijo Izuku —Su particularidad es muy útil, así que yo lo usaría.


—¡Así se habla, pecas!, soy un gran espía.


—No lo sé... tal vez podrían descubrirte con una bala de pintura o tirándote una sabana encima— dudó el pelirrojo.


—Sería como un fantasma con una sabana encima...— respondió el más joven.


—Izuku... estás hablando mucho el día de hoy— dijo un feliz Sushi-san —Estás mejorando.


El pecoso observó a Kirishima y a Bakugou, descubriendo la razón de su nuevo estado de ánimo.

Realmente llevaba mucho tiempo sin hablar así. Ahora se sentía mucho mejor.


—Sí...


—Oye, Deku, ve al interior de la cocina y tráeme más agua— ordenó el rubio cuando se recargó en el asiento.


—Claro— respondió y salió hacia la barra con un vaso en las manos.


—Él no es tu sirviente— Sushi-san le habló al rubio cuando ya no quedaba rastro de la presencia del pecoso —Puedes hacerlo tú.


Bakugou lo miró inexpresivamente, suficiente para advertir el peligro que corría.


—Lo siento, no dije nada— habló de mala gana.


—No te escuché.


—¡Lo siento!, no dije nada...


—Calma, Bakugou. El pescado solo está preocupado por Midoriya, es todo— interrumpió Kirishima.


Bakugou chasqueó la lengua y Sushi-san desvió la mirada. No se agradaban mutuamente, pero cooperaban por un bien en común.


—Dime, ¿qué haremos contra Todoroki cuando venga?— el pelirrojo intentó desviar el tema.


—Yo me encargaré de él; es lógico intuir que no vendrá solo, pero como busca a Deku sí está solo porque es lo más conveniente para él, así que la única orden es...



Mientras, Izuku iba hacia la barra, se alejaba de las mesas para ir por el agua de Bakugou hasta que finalmente se quedó solo dentro de la espaciosa cocina.


"Agua, agua, agua" repetía, como si en cualquier momento se le fuera a olvidar a lo que iba.


Buscaba un garrafón de agua purificada o por defecto un grifo de agua.

A mitad de su búsqueda, recordó el momento en el que el rubio lanzó un vaso hacia el bote de basura, como si se tratara de un balón de baloncesto.


"Bakugou..."


También se acordó de su incapacidad para sujetar un simple vaso y otra vez extrañó tener sus dedos.

Llegó a los garrafones y llenó el vaso con agua, después se miró la mano.


Las vendas que le envolvían la mano dejaban salir sus dedos restantes, los cuales comenzó a mover hacia adelante y hacia atrás.


Anular, meñique y pulgar, solo tres dedos sobrantes.


Suspiró desanimado al seguir viendo su propia mano.


—No me gusta... mi mano es completamente inútil ahora.


—Yo creo que se ve muy bien.


De pronto Izuku sintió como alguien lo abrazaba por la espalda y se acercaba a su oído.


Inmediatamente se tensó.


—Te ves muy bien, rol de canela, ¿cómo van tus heridas?


El miedo lo invadió de golpe.


—Te extrañé mucho, Midoriya. Por un momento llegué a pensar que de verdad estabas muerto, me diste un gran susto. Pero ya estamos juntos otra vez, eso es lo más importante.


Agasajó su cabeza en la suave cabellera de Izuku y apretó su abrazo un poco más, cariñosamente.


—Oye, Midoriya, mira...


Pasó su mano hacia el frente para mostrarle al chico lo que llevaba consigo. Una esfera blanca con una pupila color verde en ella, Izuku sabía lo que era... era el ojo que le había arrancado Todoroki, estaba ahí, justo frente a él.


—Aún lo conservo, sabes que me encantan tus ojos... y vine por el otro.

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