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19. Dolor en el pecho

Disclaimer: Este es un fanfic sin fines de lucro, algunos personajes pertenecen a Kohei Horikoshi pero la historia es de mi propiedad.

Izuku despertaba una vez más; aún seguía en el cuarto de hospital.

La doctora Naomi ya no estaba, ahora se encontraba rodeado de tres siluetas borrosas.

Su cuerpo temblaba y aunque era molesto, no trató de detenerlo.

—Izuku Midoriya, ¿cómo te sientes ahora?

Izuku no respondió; no estaba seguro de lo que estaba pasando y su mente parecía estar en un bloqueo total. Solo clavó su mirada en el doctor que lo observaba esperando respuesta.

—¿Todoroki también te cortó la lengua?— habló Bakugou.

Todoroki. Al escuchar ese nombre le dieron escalofríos y los temblores de sus brazos y piernas se hicieron más notorios.

Su mente lo obligaba a recordar cómo el chico de ojos heterocromáticos le sonreía mientras le arrancaba la piel.

Estuvo a nada de tener un ataque de pánico, pero fue interrumpido por un gruñido de Bakugou.

—¡Deku! ¡Reacciona, imbécil!

—Calma, Bakugou, tal vez necesita comer— dijo un hombre con cabeza de pez, apodado Sushi-san.

—Llamaré a mi ayudante— el doctor Shun se retiró.

Izuku se quedó en silencio mirando hacia la puerta.

—Anda, chico, al menos di una palabra, una sola palabra— le dijo Sushi-san —Responde, ¿cómo te llamas?

Su nombre se perdió en la punta de su lengua.

Tenía tan poca iniciativa que ni siquiera tenía ganas de volver a pronunciar su nombre.

—¿Cuál es tu nombre? ¿Aún lo recuerdas?

Obtuvo silencio por parte del pecoso.

Bakugou lo observaba con atención. Izuku había cambiado radicalmente desde que se encontraron en la biblioteca y este le mostró su escondite para el dinero.

—¿Deku?— lo llamó una vez más —¿Te quedaste mudo?

El esperanzado chico que caminaba con la frente en alto había muerto ya, ahora en su lugar se encontraba una mirada apagada y desolada, un rostro lleno de confusión y un cuerpo tembloroso que había perdido la voluntad de hablar.

Su decaído semblante con un ojo vendado y rastros de lágrimas llenaba de lástima al hombre pez.

—Oye... vamos, solo un poco— insistió.

Sushi-san parecía muy preocupado. Mirar a Izuku en ese estado le estaba torciendo el corazón.

—Di algo. Por favor, solo una palabra. Habla, Midoriya-kun.

"Midoriya-kun"

Una pequeña lágrima se desprendió del ojo que aún tenía y cayó lentamente hacia su mentón.

Recordar a Daisuke le dio una punzada de dolor.

—Me... duele...—aquel susurro fue casi inaudible para Sushi-san, pero Bakugou pudo escucharlo perfectamente.

Era extraño ver al chico de pecas así, como si todo rastro de personalidad en él se hubiera esfumado.

—Oye, Deku...— lo llamó Bakugou

Antes de que pudiera terminar de hablar, el doctor Shun y un enfermero irrumpieron en la habitación; llevaban una charola con comida y una pequeña cajita blanca con franjas azules.

—Necesitas comer para recuperar tus fuerzas— le dijo el doctor mientras acercaba la mesa movible hacia su cama y colocaba la charola encima.

Un filete de res recién preparado, una adecuada porción de puré de papa, acompañada con verduras y un vaso con agua se encontraban en la charola.

—Tengo esto para ti— el doctor le mostró la cajita de cartón y sacó de ella unas cintas blancas que tenían atado un pequeño pedazo de algo similar a una gasa.

Con cuidado retiró el vendaje que cubría su cuenca ocular izquierda y desprendió las gasas ensangrentadas que tenía, dejando a la vista un espacio vacío e irritado, cubierto por párpados que ya no tenían ojo a rodear.

Los delgados pliegues de piel de su párpado tenían pequeñas heridas y marcas.

Sushi-san miró hacia otro lado para dejar de presenciar aquella imagen del chico tuerto.

El doctor acomodó las pequeñas tiras blancas alrededor de su cabeza y así ajustó un parche a la altura de su ojo faltante.

—Mientras estabas bajo los efectos de la anestesia me dediqué a terminar la curación.

Izuku aún sentía un terrible dolor en el 'ojo' así como en su brazo entero, pero ya se estaba acostumbrando.

—Necesitas comer— le dijo Sushi-san —Como dijo el doctor, debes recuperar tus fuerzas.

—No creo que hablé durante unos días. No sé que fue lo que le sucedió, pero esta claro que experimentó emociones fuertes y se expuso a situaciones de estrés excesivo, por lo que considero que requiere atención psicológica urgentemente.

—Ni siquiera se mueve, es obvio que está traumado— habló Bakugou —No hay ni un puto psicólogo en este agujero de mierda.

—¿En serio no hay nada que se pueda hacer?

—Tal vez si vamos con el director de este lugar...incluso con Aizawa...

—A esos pedazos de escoria les importa una mierda si él se muere, si le arrancan un brazo o una pierna; no les importa nada de lo que nos suceda aquí.

—Eso va en contra de los derechos humanos.

—¿Crees que a alguien le interesa si se dan a valer nuestros derechos? No hay nada que podamos hacer para traer a un maldito psicólogo a este basurero.

Un movimiento repentino por parte del chico internado llamó la atención de todos los presentes.

Izuku agarró una cuchara y tomó un poco de puré con esta. Con dificultad metió la cuchara a su boca y comió el puré de papa.

Sus papilas gustativas se regocijaban en la calidez, la textura y el sabor de la papa. El estómago le pedía a gritos por más, pero un horrible remordimiento lo atacó sin piedad poco después.

Inmediatamente comenzó a sentirse mal y lanzó la cuchara lejos de él.

Un aplastante arrepentimiento arremetió en su pecho, causando que alejara la mesa movible en un empujón.

Izuku se había hecho a la idea de que tenía prohibido comer y si lo hacía sabía que sería castigado.

—¿Qué haces? Tienes que comer.

Apartó la vista del plato.

Llegó a suceder que le otorgaban el permiso de comer, pero mientras más comiera peor le iba en las regaderas.

La mentalidad del chico no le daba para entender que estaba en una situación amistosa y que podía comer sin preocupación, por eso se negó a tocar la comida.

Sushi-san y el doctor intentaron convencerlo para que comiera, pero Izuku no accedió.

______________________

En un intento de animar al decaído Izuku, Sushi-san decidió llevarlo al patio de receso. Tal vez si los rayos del sol le daban un poco de calor y tomaba aire fresco se sentiría mejor, así que lo llevó al patio de receso.

—¿Y bien? ¿A dónde quieres ir?

Sushi-san encaminó a Izuku hacia una de las bancas.

La fresca brisa sacudía su cabellera mientras observaba a su alrededor.

Mientras Izuku se quedaba estático, Bakugou hablaba con el doctor Shun en las puertas que daban al patio.

—Podría tener infecciones en el antebrazo. Aunque el corte fue realizado con cuchillos en buen estado, el contacto que tuvo con otros fluidos podría causar una infección en el deltoides.

—¿No se supone que eso es parte del tratamiento médico?— preguntó aburrido

—Sí, le proporcionaré un medicamento contra la infección y me encargaré de revisar sus heridas y limpiarlas con frecuencia.

—Sí— soltó en un tono de desinterés.

—También conseguiré analgésicos para el dolor que se presente en su brazo y párpados, pero quiero una buena recompensa a cambio del tratamiento, ¿Seguro que ese chico tiene lo necesario para pagar?

Bakugou se quejó.

—Que sí, maldición.

—¿Tú vas a pagar por su tratamiento?

Bakugou le dirigió una mirada furtiva.

—¡Vas a recibir tu maldito dinero cuando todo esto termine, así que cierra la puta boca!

—Entiendo.

-----------

Bakugou caminó hacia dónde se encontraban Deku y Sushi-san. Observó al pecoso de mirada perdida y se sentó a su lado en la banca.

El hombre con cara de pez no dejaba de mirar al callado pecoso, mientras que él miraba hacia la nada.

Su ojo derecho se encontró con una pequeña abejita volando por el patio.

El diminuto insecto agitaba sus translúcidas alas y tomaba vuelo.

Se fue volando hacia lo alto, atravesando los muros de concreto que encerraban a Izuku en aquella prisión, siendo despedida por los rayos de sol que iluminaban su camino.

—Está completamente perdido— dijo Sushi- san, llamando la atención de Bakugou —Nozomu estaba tan feliz y llena de vida hasta que la secuestraron a ella y a su madre, pero después nunca volvió a ser la misma.

—¿De qué hablas?

—Mi sobrina, ella también estaba así.

Cada vez que sus ojos se posaban en Izuku, podía ver la viva imagen de su amada sobrina.

—¿Qué fue lo que le sucedió a este pobre chico, Bakugou?

El susodicho se giró hacia el peliverde a su lado y clavó su vista en el parche que cubría su ojo faltante.

—Estuvo en el ala dos, con el líder.

Sushi-san lo miró horrorizado. Conocía perfectamente al enfermo líder del ala dos y sabía lo que era capaz de hacer; no quería ni imaginarse los horrores que debió haber vivido en ese lugar.

—No puede ser... ¿este chico estuvo...?

—Lo tenía en la mira desde que llegó, era casi inevitable.

—Pero ahora estará bien, él no puede encontrarlo aquí, no si nos encargamos de ocultarlo en un lugar seguro como el almacén o hasta la zona de administración.

—¿Seguro? Ese bastardo haría lo que fuera para encontrar a su juguete favorito. Ya debe estar buscando, tal vez pronto se aparecerá por aquí.

—No juegues, Bakugou. El malnacido ese no puede entrar aquí, estoy seguro de eso.

***

El perdido Izuku se encontró con alguien caminando hacia él. No hubiera prestado atención de no ser por la apariencia de la persona...

"—Vamos a probar la resistencia de Midoriya—"

"—Me encantan tus ojos...—"

Un chico alto con cabello de dos colores caminaba por el patio del ala tres, dirigiéndose hacia Izuku con una enorme sonrisa en el rostro, mientras sacudía su mano hacia los lados para saludar.

—Todoroki-kun...— habló Izuku, captando la atención de Bakugou y Sushi-san.

—¿Acaso acaba de hablar?— preguntó sorprendido Sushi- san.

La expresión de pánico que se formaba en el rostro del peliverde le decía a Bakugou que no era nada bueno.

Todoroki estaba cada vez más cerca e Izuku estaba completamente petrificado.

—¡Hey! ¡Sake-san! ¡Hola!

—Hola, Yamato.

"Todoroki... Todoroki...”

Bakugou veía a Deku temblar frenéticamente, aunque no le dio mucha importancia.

—Midoriya del ala uno. Me alegra volver a verte.

De un momento a otro Todoroki ya estaba frente a él, mirándolo con sus heterocromáticos ojos y sonriéndole de forma desquiciada.

—N-No... por favor... no...

—¿Te encuentras bien?

Sabía que si lo atrapaba de seguro le sacaría el otro ojo, de seguro lo desollaría lentamente mientras le inyectaba cosas para mantenerlo despierto, ¡seguramente violaría su cadáver cientas de veces hasta que terminara pudriéndose!

Todoroki lo tomó del hombro y acercó su rostro al de él.

—¡NO! ¡¡¡NO TE ME ACERQUES!!!

Izuku alejó bruscamente el brazo de Todoroki. Le rogó a su cuerpo que huyera, pidió huir con todas sus fuerzas.

Se tiró hacia atrás de la banca, cayendo en su brazo lastimado; dejó escapar un quejido de dolor e intentó levantarse.

—¡Midoriya, espera!

Sushi-san acudió a ayudarlo a levantarse del suelo, pero Izuku escapó de los brazos de este y volvió a caer al piso.

—¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR! ¡TE LO SUPLICO!— empezó a gritar a los cuarto vientos mientras se cubría con los brazos.

Bakugou se levantó de la banca y atrapó a Izuku por la espalda rápidamente.

—¡NO! ¡¡¡SUÉLTAME!!! ¡¡¡DÉJAME IR!!!

—¡Cálmate, Midoriya!

Sushi-san fue dónde Izuku.

Bakugou lo aprisionaba con sus brazos y lo sujetaba de la cadera para no dejarlo ir; el alarmado pecoso intentaba zafarse con desesperación, pataleaba y gritaba pero no podía soltarse.

—¡¡¡Cálmate!!! ¡¡¡Todo está bien!!!

—¡¡¡TODOROKI!!! ¡¡¡POR FAVOR NO!!!

Yamato, el sublíder del ala cuatro era idéntico a Todoroki.

La cara del susodicho era un recuerdo algo borroso a causa de su estado, por lo que podía confundirlo fácilmente.

—¿¡Qué le sucede!?

Todos los presentes en el patio de receso prestaban atención al chico que lloraba y gritaba.

—¡Midoriya, mírame! ¡Tienes que calmarte!

El pecoso luchaba con todas sus fuerzas para soltarse de Bakugou. En ese momento no sabía quién era quién; para él solo estaba Todoroki, solo podía sentir miedo.

Izuku sollozaba y lanzaba un grito tras otro mientras suplicaba ser soltado.

—Yamato... sal de aquí— le dijo Sushi-san entre los gritos del chico.

—¿Por qué?

—¡Solo lárgate ya!

Yamato salió corriendo inmediatamente, pero Izuku seguía gritando y retorciéndose.

—¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡¡¡SUÉLTAME!!!

—¡Todo está bien! ¡Todoroki no está aquí!

El chico ya no escuchaba, estaba hundido en el pánico intentando liberarse de los brazos del rubio.

—¡¡¡CÁLLATE, DEKU DE MIERDA!!!

Bakugou estuvo a nada de soltarle un golpe en la cara a Deku, pero fue detenido por el brazo de Sushi-san.

—¡NO LO GOLPEES! ¡LO VAS A LASTIMAR!

—¡VETE A LA MIERDA!

—¡VETE A LA MIERDA TÚ!

Sushi-san tomó a Izuku por las mejillas y lo obligó a mirarlo.

—¡Estás bien! ¡Todo está bien! ¡Midoriya... todo está bien!

—¡¡¡SUÉLTAME!!!— pero Izuku cerró su ojo restante, estaba asustado incluso del contacto visual.

Bakugou ya se encontraba enojado y había perdido la paciencia. No tardó en voltear a Izuku hacia él y tomarlo por los hombros salvajemente.

—¡¡CIERRA LA BOCA YA!!, ¡¡TODOROKI NI SIQUIERA ESTÁ AQUÍ!!

“Bakugou...”

Izuku miró su enojado rostro a la vez que volvía en sí.

Abruptamente dejó de oponer resistencia y se quedó mirando los ojos rojos de Bakugou.

“Bakugou... Bakugou me salvó de Tododoki, sí, él me salvó de Todoroki. Todo está bien porque él me salvó de Todoroki...”

—Ya deja de gritar, Deku imbécil.

Poco a poco Izuku disminuía la intensidad de su temblor, por lo que Bakugou lo soltó.

—Todo está bien, Izuku, Todoroki ya no está— dijo Sushi- san.

Deku miró hacia todos lados en extrema confusión.

Todo el tiempo que transcurrió desde que vio a la doctora Naomi, no podía parar de tener miedo, el shock y todas sus emociones eran demasiado.

Pero los gritos de Bakugou lo hicieron volver en sí, pues podía recordar que fue él quien lo salvó de  Tododoki.

Su rostro enojado significaba que el peligro ya había pasado.


___________________________________

—De acuerdo, está será tu cama ya que vas a quedarte aquí por un tiempo; no podemos darte una celda normal porque te descubrirían— le dijo, señalando la cama gris de hospital  —No creo que sea muy cómodo quedarse en un cuarto de hospital por tanto tiempo, pero no tenemos otra opción.

Izuku se subió a la cama y despacio, se acomodó entre las cobijas con una expresión apacible en su rostro lleno de pequeñas pecas.

Tras lo sucedido en el patio, había estado sumamente tranquilo el resto del día.

—Mañana en la mañana llegarán tus medicamentos para el dolor y el doctor va a  revisar tus heridas, que no se te vaya a olvidar.

Izuku negó con la cabeza ligeramente, llenando de alivio a Sushi-san, quién o pudo evitar dejar escapar una sonrisa.

—Mañana vendré a verte. Duérmete tranquilo.

Y tal como le dijo Sushi-san, Izuku se quedó dormido en la tranquilidad de la oscura noche, en medio de la penumbra de la habitación blanca.

Las cobijas que lo envolvían y el suave colchón en el que descansaba fueron de gran ayuda en su sueño.


__________________________


El adorable chico de cabello rizado dormía plácidamente en la cama.

Se veía tan tranquilo y adorable, lo quería todo para él.

—Estás muy tranquilo... no te molesta que te haga compañía, ¿verdad?

Metió las manos en las cobijas que cubrían al chico, luego invadió su ropa interior.

Su piel, cálida y suave lo incitaba a tocar más, quería seguir explorando todo en ese pequeño cuerpo del joven de dieciséis años, y no había nadie para impedírselo.

Desprendió el parche que cubría su ojo izquierdo, dejando a la vista su párpado vacío.

Le quitó las cobijas y se posó encima de él, tocando y acariciando todo lo que veía a su paso.

Su miembro estaba más que emocionado, llevaba tanto tiempo sin sentir la exitación sexual que parecía que iba a explotar por lo encendido que se encontraba.

Se deshizo de los pantalones del chico y se deleitó acariciándole la entrepierna, viendo como un bulto se iba formando poco a poco.

Tenía el pendiente de que podría despertarse en cualquier momento, eso lograba excitarlo más.

Izuku despertó e inmediatamente se asustó. Sentía que un par de manos acariciaban sus piernas.

Se percató de que no traía ropa desde la cintura para abajo y observó a una figura encima de él.

Aquella persona que le proporcionaba caricias, no tardó en meter sus dedos en su orificio anal repentinamente.

—¡Ah!

—Oh, veo que ya despertaste.

Izuku balbuceó mientras el hombre acomodaba su entrepierna cerca de su pelvis.

—No sabes cuanto esperé por este momento. Llevo mucho tiempo sin coger, ya no me alcanza el dinero para mujeres y estoy desesperado. Tú eres lo más cercano a una chica, supongo.

—¿T-T-Todo-roki-kun?— preguntó aterrado.

—No, no soy Todoroki, soy Yamato, ya nos conocemos.

Izuku estuvo por soltar un fuerte grito, pero fue silenciado por la mano de Yamato que tapó su boca velozmente.

—¡Shhh! ¡No grites!, Si gritas nos van a descubrir.

—¡Mmmph!— chilló el peliverde.

—Quiero que te quedes callado y estés quieto. Intenta disfrutar lo que vamos a hacer, verás que se sentirá muy bien.

Cuando metió su pene y comenzó a moverse, Izuku reafirmó que su única utilidad era ser un agujero para dar placer a otros, pues estaba tan asustado que era incapaz de tan siquiera intentar defenderse.

—¡Esto es fantástico!

Comenzó a ser penetrado una vez más.

Era tan triste. Deku solo lloraba y se tapaba la cara con sus manos.

El sonido de los fluidos y de ambos cuerpos mezclándose llenaba toda la habitación.

El hombre estaba extasiado, disfrutaba cada embestida con fervor.


---


Más allá de la penumbra del cuarto, a distancia de los lloriqueos y gemidos, alguien caminaba.

Alguien había abierto la puerta, provocando que esta rechinara.

La falta de luz no permitía ver con claridad, pero Izuku ya sabía quién acababa de entrar... había visto esa silueta varias veces.

El interruptor de luz fue encendido, revelando el acto que la penumbra no dejaba ver.

Un hombre de facciones similares a las del líder del ala dos, de cabello castaño y ojos azules estaba encima del chico de pecas y verdes mechones, con el párpado vacío y lágrimas brotando.

—¿Qué mierda estás haciendo?— preguntó en tono de repudio

Yamato salió del cuerpo de Izuku y se acomodó los pantalones rápidamente.

—¡N-Nada! Solo... me estaba divirtiendo... Vamos, Bakugou... se que me comprendes, ambos estamos encerrados aquí y nos tenemos que conformar a la abstinencia.

Esa respuesta provocó que arqueara la ceja.

—Tres... — señaló hacia la puerta con el dedo índice, indicando que se largara en ese mismo instante.

—¿Ah?

—Dos...

Yamato saltó de la cama y corrió hacia la salida, pero antes de que pudiera irse, Bakugou ya lo había tomado por el cuello de la ropa.

—Tus parafilias de mierda me dan asco.

Soltó una ligera pero abrasadora explosión en todo el hombro de Yamato. No calcinó la piel pero dañó la superficie y acabó con la ropa.

Yamato cayó al piso por el impacto de la explosión.

—Uno...— dijo sonriente.

Poco después, el castaño salió huyendo.

Bakugou le dirigió la mirada a Izuku, quién continuaba llorando encima de la cama y ya no traía el parche puesto.

El rubio caminó hacia él, llamando toda su atención.

Tan solo se quedaron viendo y Deku se percató de que ya no tenía miedo de Bakugou.

—Tu maldito parche.

Lo encontró tirado en un costado de la cama y lo agarró. Rápidamente pasó las cintas blancas por la cabeza de Izuku y acomodó el parche bruscamente, mientras el peliverde continuaba llorando.

—¡Ya cállate!— le gritó, logrando que silenciara su llanto de inmediato.

Bakugou se apresuró a apagar la luz y se acostó en la cama vacía situada al lado de la de Izuku.

—Si sigues llorando voy a patearte el trasero, ¿entendiste? Cállate y déjame dormir.

Se pasó todo el día en el ala cuatro hasta que la noche llegó y le daba demasiada pereza regresar hasta el ala uno, más sabiendo que había camas libres en la enfermería.

Izuku se reincorporó, se vistió y cubrió su cuerpo con las cobijas. Silenciaba su llanto y normalizaba su respiración.

—Ba-kugou... m-muchas gra-

—Cállate— lo interrumpió.

El pecoso obedeció y no dejó salir palabra alguna.

Aquel ligero apretón en el pecho se manifestaba una vez más, ahora en medio de ese cuarto de hospital.

Pero aunque el dolor no se detuviera, ese miedo que lo hacía temblar y retorcerse ya se había ido.

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