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Forajido y alguacil: ¿Yo también?

Disclaimer: Este es un fanfiction sin fines de lucro. Los personajes pertenecen a Kohei Horikoshi pero el texto y la historia son de mi propiedad.

 

Audio-fanfic (?):


El calor me está matando. Me muero por un trago. Estoy andando por la calle, cruzando a través de los locales de madera. Paso por un cabaret y unas chicas me sonríen. —Hey, alguacil... ¿no quiere divertirse un rato con nosotras? —Buen día, señoritas— las saludo mientras hago un amable gesto con mi sombrero —El día de hoy estoy ocupado, por eso no podré ayudarlas ¿De casualidad han visto a un hombre rubio con pañuelo rojo por aquí? —Que aburrido eres. No lo hemos visto. —Gracias por su cooperación. Me retiro caminando. Se que debería arrestarlas por lo que hacen, no puedo permitir que mujeres como ellas vendan su cuerpo de esa manera porque va contra la ley... pero también se que cuando hay mujeres, las cosas aquí son más calmadas y ellas necesitan algo de que vivir. A veces rompo la ley que tanto debo proteger y me llena de remordimiento, por eso tal vez nunca pueda convertirme en un auténtico alguacil. Si no tuviera mis buenos reflejos, mi fuerza, esta placa en forma de estrella, mi pistola en el pantalón y el apoyo del alguacil Toshinori... probablemente hubiera terminado haciendo el mismo trabajo que esas bellas damas. Intento ser solidario con ellas y eso podría costarme mi placa si alguien se entera. Mi nombre es Izuku Midoriya; soy un alguacil de la frontera del oeste. Tengo apenas veinte años, recién se me entregó mi placa como alguacil secundario y sirvo a la estación policial del pueblo. Soy de facciones finas, baja estatura y mi complexión es delgada, pero eso no es impedimento para mi trabajo. Como aspirante a alguacil debo ser capaz de enfrentarme ante cualquier forajido, ladrón o asaltante de caminos sin morir en el intento y, hasta ahora, he tenido un desempeño admirable. No suelo tener problemas con tríos de criminales, si lo pienso bien... realmente soy fuerte. Pero debo ser más fuerte para proteger a aquellos que son débiles. Mientras me perdía en mis pensamientos, llegué hasta la cantina sin darme cuenta. "Que conveniente" Abrí las dos puertas de madera y entré al lugar. Me encuentro con una barra, mesas y sillas de madera, vaqueros bebiendo, un piano sonando y mi amigo Iida el cantinero me saluda. —Pase, alguacil, bienvenido. "Soy un aspirante a alguacil, no soy un alguacil" Tomo asiento en uno de los altos bancos que dan hacia la barra e Iida se me acerca. —Hace tiempo que no te veía por aquí. —He estado muy ocupado con mi trabajo... la criminalidad es muy muy alta y apenas tengo tiempo para descansar. —Relájate y tómate algo, Midoriya, el trabajo necesita una pausa. ¿Qué quieres que te sirva? —Dame un vaso... de leche Iida me mira decepcionado como cada vez que me atiende en la cantina y yo pido leche. —¿Por qué no tomas algo de whisky? —No, gracias. Estoy bien con leche. Suspira y asiente. No tomo alcohol, generalmente me miran como si fuera un fracasado por ser incapaz de beber un insignificante trago de cerveza. No creo que el alcohol defina mi éxito en la vida, pero realmente no lo soporto, soy sumamente sensible a todas esas bebidas y si estoy ebrio no puedo hacer mi trabajo. Iida me entrega mi bebida y yo doy un sorbo. "—El alguacil fracasado que no puede tomar ni un trago de whisky... ¡ja!, alguien como tú jamás podría mantenerme en esta cárcel de mierda ni por un minuto—" De inmediato él vino a mi mente, provocándome ganas de escupir la leche. "¡Sal!, ¡no te quiero volver a ver!" Ya no puedo beber leche tranquilamente... realmente nunca pude hacerlo sin ser juzgado. Vaya tontería.

__________ Estuve un rato en la cantina, escuchando a la persona que tocaba piano mientras tomaba cinco vasos de leche. Las personas van a las cantinas por muchas razones, una de ellas es por la necesidad de desahogar sus penas con alcohol y aquí, en la frontera, las cosas son tan difíciles qué hay más de tres cantinas diferentes. Mientras estoy sentado pienso: "¿a qué vine yo a este lugar?" "¿Cuáles son las penas que tengo que desahogar...?" La lenta melodía de fondo empieza a darme sueño. Recargo mi cabeza en la barra, apoyándome en mis brazos. "No cierres los ojos" Pero mis párpados se cierran solos. De pronto todo es negro. Estoy exhausto de tanto trabajo. Llevo trabajando incansablemente dos semanas, ¿cómo es posible que este sea mi primer descanso en esas dos semanas? "Da igual, solo un momento... necesito dormir" Poco a poco me voy relajando hasta casi quedarme dormido. Puedo escuchar ruidos en el fondo, gente hablando, el piano... también oigo el sonido de las puertas de madera abrirse y los pasos de las personas que se mueven por el bar. "Tal vez debería volver a casa, no es seguro quedarse dormido a mitad de una cantina" Pero la pereza me domina. —¡Alto! Alguien grita pero ya me estoy durmiendo, así que no le pongo atención. Repentinamente se oye un fuerte disparo, seguido por el sonido de un vaso rompiéndose. De pronto un líquido me cae en la cara y me despierta. De golpe me levanto y me giro hacia atrás. —Te llené la cara de leche, ¿te das cuenta de lo bien que suena eso? Me encuentro con un hombre rubio, que viste con enormes botas negras, un chaleco con tiras de cuero, un sombrero y una pañoleta roja de estampado con un demonio. —Kaccha...— yo mismo interrumpo mis palabras —Katsuki Bakugou...— pronuncio mientras saco mi arma y le apunto al rubio. Al verlo, siento como un montón de emociones despiertan en mí. Estoy enojado, desesperado, me siento triste pero... —El shérif fracasado que no puede tomar ni un trago de alcohol— me dice. La gente del bar está tensa. Algunos salen corriendo, otros solo se quedan mirando a la expectativa. —Te reprimes a ti mismo, eh. —¿A qué te refieres? —Ibas a llamarme Kacchan. Aprieto mi arma con fuerza, pues lo que dijo me puso tenso. —Ya, no te sonrojes que te ves patético— me dice con una sonrisa burlona. —Cállate. —Baja el arma, shérif, ¿o qué?, ¿eres tan cobarde como para apuntarle a un hombre desarmado? —Tienes una pistola en el cinturón, no estás desarmado. Él solo me sonríe maliciosamente de nuevo. Siento escalofríos cuando veo como las comisuras de sus labios se mueven y sus ojos carmín tan profundos me miran entre cortados. Es como si me estuviera arrebatando cada trozo de vida que tengo, él es demasiado intenso. —Contigo no se usan pistolas ni escopetas, tú eres de esos con los que se deben usar las manos. Tengamos una pelea como debe ser, Deku. "Me llamó Deku..." Mi corazón ha empezado a latir muy rápido. Estoy nervioso y lo peor de todo es que él lo sabe y le encanta jugar conmigo, eso me enoja. —No te muevas, Katsuki— le digo mientras me acerco a él, sigo apuntándole con mi arma. "Debo arrestarlo, no tengo tiempo para peleas de cantina, eso no es profesional" Estoy tan cerca de él que la boca de mi pistola está rozando su sien. —Sabes que me escaparé, no importa cuanto lo intentes. —Te vigilaré yo mismo, nunca apartaré mis ojos de ti y vivirás por siempre en un asqueroso calabozo, pudriéndote todos los días. —Claro, tú te pudrirás conmigo. Sé que será así. Esta persona ha escapado de todas las prisiones en donde ha estado. Es el forajido más gallardo del que tengo conocimiento. —Sí no quieres eso, entonces dispara. Si me matas se acabará todo. Por cómo han salido las cosas y lo que me ha sucedido con él, matarlo suena como una opción razonable. Ya he matado antes, porque el mundo es cruel y salvaje. No sería la primera vez, ¿entonces a qué le tengo miedo? —¿Qué esperas?, jala el gatillo. Me sudan las manos. Mi cabeza es un lío. Debo tomar una decisión rápidamente. Miro los ojos de Katsuki, son tan intensos, pero él está extremadamente calmado pese a que podría estar a punto de morir. No dejo de mirarlo. Es más alto que yo y sus botas son imponentes, me gustan. Lo pienso y lo vuelvo a pensar. Intento imaginar un escenario en el que esta persona muere a mis manos, intento imaginar el renombre que me traería, seguro me volvería el alguacil principal, seguro solo traería éxito a mi profesión y cooperaría con la justicia, podría cobrar la recompensa que ofrecen por su cabeza y así mis problemas acabarían. Si él ya no estuviera... todo eso sucedería, pero... "No puedo hacerlo" Entre cierro los ojos. Katsuki ya sabe que me he rendido y que no voy a asesinarlo. Seguramente él ya lo sabía desde el principio. La gente de los alrededores espera que le dispare, soy un policía y eso es lo que debo hacer. También sé que si no lo hago nadie me verá con respeto y perderé credibilidad, alguien incapaz de matar a uno de los criminales más buscados cuando tiene su vida en sus manos nunca sería alguacil, pero aún así yo no quiero matarlo. Katsuki me mira, como con complicidad. Bajé la guardia levemente y de repente Katsuki me arrebata la pistola con una maniobra veloz y fuerte, empujando mi cuerpo hacia atrás. Después lanza mi pistola fuera de la cantina. —Solo necesitas tus puños para acabar conmigo, imbécil. Me reta. Yo intento no caer. Por un pequeño momento me sentí aliviado de salir de esa situación y no tener que matarlo. Por esa expresión en su rostro, yo lo sé. Lo hizo a propósito para que nadie me culpara de no haber podido matarlo. Si me rendía por mi propia voluntad sería mal visto, pero si él impedía su asesinato, entonces no descendería mucho. —Gracias...— susurro. "Si él quiere pelear... creo que debería concedérselo después de lo que ha hecho por mí" —Entonces voy a aplastarte, voy a romperte la cara y luego voy a llevarte a la comisaría, Katsuki Bakugou. Sonríe con satisfacción, pues ha logrado su cometido. "Él siempre juega conmigo, siempre me tiene como quiere y tal vez lo peor de todo eso es que..." —¡Quiero ver que lo intentes, Deku de mierda! "A mí me hace feliz" Se abalanza sobre mí para acorralarme en el suelo. Le suelta un fuerte puñetazo a mi mejilla con pecas. Yo le doy una patada y le regreso el golpe a la cara. Me dejo llevar por completo y solo doy golpes conforme él lo hace. Hay una sonrisa en mi rostro cuando logro esquivar uno de sus fuertes izquierdazos. Él también sonríe cuando su agilidad le permite esquivar una de mis mortales patadas. Siempre he sido partidario de arreglar las cosas con diálogo, porque sé que los hombres de estos tiempos no deben entenderse con golpes y plomazos, aquello solo empeora las cosas. Pero la persona con la que estoy peleando de manera muy empatada, me demuestra todo lo contrario. Ese instinto salvaje y el hecho de ser tan indecente como para llevarme a golpes dentro de un espacio público, es algo que solo puedo liberar con Katsuki Bakugou. Su nariz sangra, pero él no se echará para atrás aunque esté muy lastimado por mis agresiones. Yo tampoco lo haré. Me empuja, rompemos una silla, luego una mesa. Ahora yo lo acorralo contra la pared, pero fácilmente él me carga, tomándome por las caderas. Después me lanza y yo me estrello contra la barra. Me duele la espalda, pero mi emoción es más fuerte que mi dolor. La pelea tiene un ritmo extraño, es lenta y luego rápida, es suave pero luego se torna muy salvaje. Tal vez en las partes suaves yo tengo el control y en lo más salvaje es él quien parece mandar. Creo que con él no necesito palabras para poder expresarme. Esta será mi manera de decirle las cosas. "Te extrañé mucho, Kacchan" Con una sonrisa de medio lado y una patada, Kacchan parece haber captado lo que quería decirle. Estamos en el borde de las ventanas y aunque no lo parece, estamos cuidando no romperlas. De izquierda a derecha, nos dirigimos con violencia hacia todas partes. Golpe, golpe, patada, salto, tacleo. Cada vez me siento más cansado. He estado trabajando mucho. Ambos nos quejamos y a veces gritamos porque nos dejamos llevar. Nos caímos y rodamos, pero de inmediato nos levantamos. Sin darnos cuenta, hemos salido de la cantina y ahora estamos en medio del desierto. Kacchan me golpea y yo lo golpeo a él. Hace calor, he perdido mi sombrero. —¿¡Por qué nunca te mueres!? —Porque no puedes conmigo— le respondo. A él le encanta cuando yo lo provoco. Lanzo mi cuerpo sobre el suyo y la pelea ha empezado de nuevo. Me siento vivo, estoy lleno de adrenalina y mis labios van a explotar de tanta felicidad. Esto es vivir de verdad, es como escapar de casa para remontar la colina más alta y empinada, y tras un largo camino, saltar desde ahí. Es una caída libre repleta de emociones. Nos hemos perdido, tanto que ya estamos alcanzando nuestro límite y recién lo notamos. Una punzada en el hombro es la primera advertencia. Mi cuerpo se tambalea porque va a colapsar, pero parece que Kacchan aún tiene un último golpe para dar. No hay nadie alrededor. Katsuki me da un puñetazo, luego él me jala de la ropa del cuello y me acerca mucho a él. Nuestras respiraciones están entre cortadas, siento como respira en mis mejillas. —Te gané. Un escalofrío recorre mi cuerpo y Kacchan ya ha plantado sus labios encima de los míos. Mis ojos se cerraron por instinto y un fuerte golpe de placer me acompañó. Nos besamos, como si nuestros hambrientos y secos labios se estuvieran comiendo los unos a los otros. "Me encanta", es lo único que puedo pensar. Cuando Kacchan se separa de mi, me lanza bruscamente hacia la arena del suelo y sucesivamente él cae al lado de mí. Llegó el momento de descansar. Estoy más cansado que antes. En medio de la caliente arena del desierto, me pregunto: "¿Qué fue lo que Kacchan quería decirme con sus acciones?" No lo sé. He peleado con mercaderes agresivos, ladrones sin escrúpulos, asaltantes, violadores e incluso otros policías, pero ninguna de esas peleas sería comparable con esta. Esas solo me parecen violencia sin nada más, violencia causada por mi sentido de la justicia. Pero con Katsuki Bakugou es algo que no sabría explicar. "Creo que lo que Kacchan quería decirme era... ¿Yo también?"

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